Gobierno Y CCAA Acuerdan Estas 11 Medidas De Obligado Cumplimiento Para Detener El Avance De La Pandemia

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Las 11 medidas aprobadas por Sanidad hoy viernes para frenar la expansión del coronavirus

Cierre del ocio nocturno, prohibición de fumar en la vía pública o limitación en las visitas a las residencias, son algunas de las medidas aprobadas por el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas para frenar el aumento de contagios en España.

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Definición Y Origen Del Derecho Comparado

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El Diccionario del Español Jurídico lo define como el método de estudio del derecho que se basa en la comparación de las distintas soluciones que ofrecen los diversos ordenamientos jurídicos para los mismos casos planteados. Para los expertos alemanes Konrad Zweigert y Hein Kötz, la expresión "Derecho Comparado" implica una actividad intelectual en la que el Derecho es el objeto y la comparación el proceso [1]. De este modo, nos encontramos ante un procedimiento que ha terminado convirtiéndose en una técnica habitual en los trabajos de investigación jurídica –en especial tras la integración de España en la Unión Europea– para descubrir las relaciones entre la regulación española y la normativa portuguesa, alemana, francesa e italiana, por citar cuatro ejemplos paradigmáticos, y valorar las diferencias o semejanzas que existen entre sus sistemas legales.

Dos son los presupuestos esenciales del Derecho comparado en sentido histórico y que por tanto han hecho posible su aparición. En opinión del profesor González-Varas Ibáñez son: la preexistencia de unos Derechos nacionales objeto de la comparación jurídica; al mismo tiempo un interés por la "unificación de soluciones", que puede presentarse como un interés en el logro de un Derecho universal [2]. (…) El origen del Derecho comparado vino asociado a proyectos grandilocuentes que transcendieron de lo estrictamente jurídico. Durante el siglo XIX el Derecho comparado se consideró principalmente como una parte de la etnología. Fue, así entendido, un medio para poder obtener las leyes de evolución del Derecho de la Humanidad, mediante el estudio de los Derechos de los distintos pueblos del planeta [3].

Su nacimiento y desarrollo fue posible en la Europa decimonónica porque los Estados apostaron por la codificación de los derechos nacionales al mismo tiempo que se adoptaban sus primeras constituciones, concebidas como leyes fundamentales, y se desarrollaba un nuevo instrumento jurídico: el tratado multilateral en el que cualquier país podía plantearse su adhesión (de ahí la necesidad de comparar los ordenamientos jurídicos de los diferentes Estados miembros).


En ese contexto, el gran nombre propio de aquella incipiente disciplina fue Raymond Saleilles (1855-1912). El profesor Aragoneses ha investigado la vida y obra de este jurista borgoñón al que se considera uno de los máximos representantes de la Escuela antiformalista francesa, (…) que reaccionaron a finales del siglo XIX contra el Absolutismo jurídico. Al autor se le presenta también como católico implicado en los problemas sociales de la época, pero sin duda destaca en la literatura científica posterior a 1912 el papel de Saleilles como uno de los creadores del derecho comparado moderno. Pese a que no fue el único comparatista de su época ni tampoco el más prolífico ni el que estableciese un método elaborado de esta disciplina, los comparatistas posteriores a Saleilles le han considerado siempre como precursor de la comparatística en Francia, llegando a calificársele en ocasiones como "padre" del derecho comparado. (…) Si[n] duda esto se debe, al menos en parte, al importante papel de Raymond Saleilles en la organización del primer congreso internacional de derecho comparado, celebrado en París entre el 29 de julio y el 1 de agosto de 1900 [4].

El jurista borgoñón se licenció en Derecho en 1879 en el Institut Catholique de París; doctorándose en la capital francesa en 1883. Al año siguiente obtuvo un puesto de profesor universitario y comenzó a impartir Historia del Derecho primero en Grenoble y después en Dijon, donde permaneció hasta 1895 que logró una plaza en París. En todo ese tiempo, el interés de Saleilles por el derecho comparado y por las codificaciones alemana [su Borgoña natal es una región con una histórica influencia de Alemania] y suiza se manifestaba in crescendo desde que, a finales de los años ochenta, entrase a formar parte de la Société de Législation Comparée; una institución creada en 1869 por el jurista Édouard Laboulaye (1811-1883) que producía traducciones literales de textos extranjeros [5].

Junto al profesor Édouard Lambert (1866-1947) ambos organizaron el mencionado Congreso Internacional de Derecho Comparado de 1900 con la idea en mente de desarrollar un derecho común de la Humanidad.Para decirlo con palabras de Lambert (…), el derecho comparado debía resolver las accidentales y divisivas diferencias que se producen en los sistemas jurídicos de los pueblos que se encontraran en etapas de desarrollo cultural y económico similares, así como reducir la cantidad de divergencias en materia legal, que podían atribuirse no tanto a las carácterísticas políticas, morales o sociales de los diferentes países, cuanto al accidente histórico o a circunstancias temporales o contingentes [1].

Desde entonces –en opinión de Zweigert y Kötz– el derecho comparado ha observado un desarrollo ininterrumpido, pese a los cambios verificados en las actitudes humanas hacia la existencia. La fe en el progreso, característica de 1900, ha desaparecido. Las guerras mundiales han debilitado, cuando no destruido por completo, la fe en un derecho mundial. No obstante, a pesar del escepticismo que prevalece entre las diversas cosmovisiones, el desarrollo y el enriquecimiento del derecho comparado han sido incesantes [1].

PD: tradicionalmente se asegura que ya en tiempos de Solón, el arconte estudió las leyes de otras ciudades griegas antes de dotar a Atenas de su propia normativa; y que los romanos emplearon aquel procedimiento para reunir sus Doce Tablas.

Citas: [1] ZWEIGERT, K. & KÖTZ, H. Introduccion al derecho comparado. Ciudad de México: Oxford University Press, 2002, pp. 3 y 4. [2] GONZÁLEZ-VARAS IBÁÑEZ, S. "Presente, pasado y futuro del Derecho Comparado". En: Revista Chilena de Derecho, 1999, vol. 26, nº 3, p.650. [3] Ob. cit. pp. 653 y 654. [4] ARAGONESES, A. Un jurista del Modernismo: Raymond Saleilles y los orígenes del derecho comparado. Madrid: Dykinson, 2009, pp. 11 y 12, [5] Ob. Cit., pp. 38 y 72.
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El Aporte De La Cultura En Crisis Severas (Palabras De Víctor Guédez Durante El Homenaje Que La Universidad De Margarita, La Universidad De Oriente Y El Círculo Internacional De Las Artes De Nueva Esparta Le Ofrecieron Durante La Entrega De Los Premios CIANE)

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Por su actualidad e importancia específica, reproduzco el texto de mi distinguido colega y amigo, don Víctor Guédez, venezolano notable y lo más parecido que conozco de un uomo universale. 



EL APORTE DE LA CULTURA EN CRISIS SEVERAS
(Palabras de Víctor Guédez durante el homenaje que la Universidad de Margarita, la Universidad de Oriente y el Círculo Internacional de las Artes de Nueva Esparta le ofrecieron durante la entrega de los Premios CIANE)



Debo confesar sinceramente que no estoy conciente de las razones, virtudes y méritos por los cuales se me convoca para este homenaje. Pero no por esa falta de conciencia voy a negarme a recibirlo, pues creo que una oportunidad como esta y una presencia tan distinguida en esta audiencia, me motivan muy especialmente para hacer algunas reflexiones.
Lo primero que desearía recordar es que, en 1947 a muy poco tiempo de terminar la segunda guerra mundial, Karl Jaspers publicó un libro titulado "El problema de la culpa". El filósofo hablaba en esas páginas de cuatro tipos de culpa. La primera es la culpa penal asociada a las faltas cometidas contra las normas jurídicas y los códigos legales. La segunda es la culpa moral inscrita en los incumplimientos de los principios éticos y de los mandamientos religiosos. La tercera es la culpa política asociada a la desatención de compromisos sociales o al apoyo a políticos traidores de sus ofrecimientos. Finalmente, está la culpa metafísica que es la más abstracta en tanto que se manifiesta al hacer menos de lo que necesitan nuestros congéneres. Un esclarecimiento significativo acerca de este último sentimiento culposo se ha relacionado mucho con la actitud de extraña e intensa tristeza que sintieron muchos de los sobrevivientes de los campos de exterminio nazis que no lograban explicar y justificar los motivos por los cuales habían logrado esa condición, mientras que sus otros compañeros no lo habían alcanzado. Hago esta referencia porque algo semejante vivenciamos al recibir un reconocimiento cuando hay muchos otros que más lo merecen y que, incluso, lo esperan con expectativa.
Otro aspecto que deseo comentarles es que no pienso hacer uso de estos minutos para hacer un discurso retórico de circunstancia porque siempre nos hemos sentido distantes de ellos. Muy lejos está de mi intención el querer halar un hilo del nudo vivencial en el que me encuentro ahora para armar unas palabras que expresen una gratitud repetida en inagotables ondas de expansión. Desde luego, tengo que reconocer a los representantes del Núcleo de la Universidad de Oriente, a las autoridades de la Universidad de Margarita y a mi apreciado amigo, Jesús Morales Ruiz, por esta generosa designación. Pero hasta aquí prolongo los agradecimientos porque ir más allá podría acercarnos al riesgo que Ionesco subrayaba al hablar de "la apoteosis de los lugares comunes". Igualmente, quisiera alejarme de la advertencia que Julio Cortázar le imponía a los discursos retóricos, llamándolos, algo así como las decoraciones floridas propias de las puertas grandes de la cursilería.
Pero así como les digo que tengo algo de culpa y mucho de temor al encontrarme en circunstancias como esta, también debo decirles que la presencia de este motivador público me invita a repasar algunas ideas sobre el valor redimensionador que representa la cultura, particularmente en tiempos de devastación como lamentablemente le sucede a nuestro país. Y voy a sintetizar este propósito en cuatro ideas.
La primera idea me la proporciona Italo Calvino en su obra "Las ciudades invisibles" en donde, palabras más o palabras menos, nos recordó que el infierno entre los humanos no es algo que vendrá, ya que más bien está entre nosotros. Y existen dos formas de no sufrirlo. Una es fácil en tanto que procede de acomodarnos a sus designios e incorporarnos a sus prácticas y desviaciones. Pero hay otra forma más compleja y exigente de reducir al mínimo sus aterradores alcances. Ella consiste en identificar aquellos pequeños espacios que no son infierno a pesar de encontrarse dentro del infierno, y tratar de afianzarlos, de ahondarlos, de ensancharlos. En fin, de intentar ganar espacio de manera creciente. Pues bien, eso es lo que entendemos por cultura hoy, en nuestro ámbito social e histórico, en nuestra realidad, en nuestro país. La cultura es el pequeño nicho desde el cual podemos generar una poderosa fuerza centrífuga cargada de esperanza y de vocación de futuro.
La segunda manera de revindicar la idea de la cultura es evocando aquella sentencia extraordinaria de Nietzsche, según la cual, afortunadamente tenemos el arte para no morir a causa de la verdad. Sin duda, el arte y todas sus manifestaciones colaterales íntrínsecas a la cultura son las que reportan el oxígeno que nos hace insistir en una sobrevivencia digna. También en esta onda, Ernesto Sabato exclamaba: Si no estamos rodeados de belleza, ¿cómo podríamos resistir? Sin duda estas dos pautas proporcionan un invalorable e iluminador acicate para profundizar nuestro esfuerzo y nuestro compromiso con la cultura, ya que ella proporciona poderosos recursos que le reportan plenitud y elevación a nuestra vida.
Una tercera idea que nos lleva a subrayar el valor de la cultura, en el marco de nuestra realidad, procede de contextualizar aquella argumentación de Ortega y Gasset, según la cual la cultura es un conjunto de preguntas y de respuestas, es decir, es una especie de dinámica pendular que prolonga el ejercicio de su vitalidad. Las culturas que tienen todas sus preguntas respondidas revelan un rostro marchito y asoman riesgos abismales de desaparición. En cambio, cuando las culturas atienden a más preguntas que respuestas muestran la aceptación de desafíos que revitalizan y repotencian su vocación de dignidad y desarrollo
La cuarta idea que queremos compartir respecto a la importancia actual de la cultura, corresponde a la necesidad de enfatizar que ella es consustancial a la diversidad. Toda cultura es la derivación de culturas previas ya híbridas y conjugadas. Las culturas se dinamizan mediante sus coexistencias e interfecundaciones. La cultura es cultura porque es la expresión de culturas que se han enriquecido sucesivamente. Es en la cultura donde fluye una especie de líquido amniótico en donde surgen los valores de interacción, comunicación, coexistencia, diálogo, entendimiento, acuerdo. En consecuencia, solo donde hay culturas abiertas y sensibles a la inclusión hay democracia. Recuerdo, dentro de esta dimensión apreciativa, el cuento "El canto de las ranas" de Anthony De Mello, el cual nos dice que Bruno era un santo que, como persona sensible al pensamiento espiritual, le gustaba meditar y rezar todas las noches. Un día no pudo hacerlo porque el escándalo producido por el canto de las ranas, se lo impedían. Entonces no le quedó otra alternativa que asomarse a la ventana y dar la orden a las ranas para que dejasen de cantar. Y como Bruno era un santo, las ranas dejaron de cantar. En ese ambiente silencioso retomó su actividad de meditación y rezo. Pero su concentración no pudo sostenerse en una realidad tan falsa, artificial y antinatural. Entonces tuvo que darle a las ranas la orden de que volviesen a cantar. Y en medio de aquella lluvia sónica colmada por el canto de las ranas pudo asegurar la suprema condición para su meditación y oración. La conclusión a la que llegó no podía ser otra: ese día Bruno confesó que había descubierto lo que era la armonía del universo. Si derivamos este aprendizaje a nuestros días, tendríamos necesariamente que aceptar que no podemos esperar el silencio y la desaparición de quienes piensan distinto a nosotros para el ejercicio de lo más sublime de nuestra condición humana. Para eso también sirve la cultura.
Quiero establecer, a manera de breve epílogo, una analogía entre nuestras actuales circunstancias y la vivida por Viktor Frankl, cuando fue apresado en Auschwitz. Ante esa adversidad, el psiquiatra austríaco perfiló tres propósitos: sobrevivir, ayudar y aprender. Sobrevivir para ejercer la determinación de su voluntad humana. Ayudar a partir de sus ventajas comparativas que lo hacían comprender que los demás tenían menores recursos intelectuales, emocionales y físicos. Finalmente, aprender para transmitir aquella experiencia a las generaciones venideras. Pues bien, en el marco de nuestra realidad precaria, limitadora e intimidadora, no nos queda otra opción que convertir a Víktor Frankl en una referencia modélica. Y solo con la cultura, como fundamento de inspiración y como recurso de motivación, podemos hacerlo.
Gracias a los organizadores por concederme este honor, mi admiración a los premiados por sus merecidas distinciones, y mi testimonio de reconocimiento al público presente por la paciencia generosa con la cual me han escuchado.
Víctor GuédezRead more